Comentario
De cómo querían matar a los que quedaron en el puerto de los Reyes
Vuelto al puerto de los Reyes, el capitán Juan Romero, que había allí quedado por su teniente, le dijo y certificó que dende a poco que el gobernador había partido del puerto, los indios naturales de él y de la isla que está a una legua del puerto, trataban de matar todos los cristianos que allí habían quedado, y tomarles los bergantines, y que para ello hacían llamamiento de indios por toda la tierra, y estaban juntos ya los guaxarapos, que son nuestros enemigos, y con otras muchas generaciones de otros indios, y que tenían acordado de dar en ellos de noche, y que los habían venido a ver y a tentar so color de venir a rescatar, y no les traían bastimentos, como solían, y cuando venían con ellos era para espiarlos; y claramente le habían dicho que le habían de venir a matar y destruir los cristianos; y sabido esto, el gobernador mandó juntar a los indios principales de la tierra, y les mandó hablar y amonestar de parte de Su Majestad, que asosegasen y no quebrantasen la paz que ellos habían dado y asentado, pues el gobernador y todos los cristianos le habían hecho y hacían buenas obras como amigos, y no les habían hecho ningún enojo ni desplacer, y el gobernador les había dado muchas cosas, y los defendería de sus enemigos; y que si otra cosa hiciesen, los ternían por enemigos y les haría guerra; lo cual les apercibió y dijo estando presentes los clérigos y oficiales, y luego les dio bonetes colorados y otras cosas, y prometieron de nuevo de tener por amigos a los cristianos, y echar de su tierra a los indios que habían venido contra ellos.
Dende a dos días que el gobernador hobo llegado al puerto de los Reyes, como se halló con tanta gente de españoles e indios, y esperaba con ellos tener gran necesidad de hambre, porque a todos había de dar de comer, en toda la tierra no había más bastimento de lo que él tenía en los bergantines que estaban en el puerto, lo cual estaba muy tasado, y no había para más de diez o doce días para toda la gente, que eran, entre cristianos e indios, más de tres mil; y visto tan gran necesidad y peligro de morírseles toda la gente, mandó llamar todas las lenguas, y mandólas que por lugares cercanos a ellos les fuesen a buscar algunos bastimentos mercados por sus rescates, y para ello les dio muchos; los cuales fueron, y no hallaron ningunos; y visto esto, mandó llamar a los indios principales de la tierra, y preguntóles adónde habrían, por sus rescates, bastimentos; los cuales dijeron que a nueve leguas de allí estaban en la ribera de unas grandes lagunas unos indios que se llaman arrianicosies, y que éstos tienen muchos bastimentos en gran abundancia, y que estos darían lo que fuese menester.